Verano del año 2024, tres adolescentes se reencuentran
después de diez años. Adriana, la más guapa, lista y madridista de su promoción,
Zoe, desenfadada y bella anunciando que llegaría a ser una estrella, y Alí, el
chico rey, el de la tez arabesca y mirada radiante capaz de ablandar los más
duros corazones. En esos momentos de gran emoción por su gran encuentro, no
podían imaginar la aventura que el universo les estaba preparando.
Refresco en mano, Adriana les hizo partícipes de una historia,
un cuento que de niña sus tíos le contaron y que ella lo consideraba real: la
existencia de unas babuchas especiales, tanto que como quien las calzara podría
volar. Una vez de acuerdo, se pusieron en marcha, pues el lugar donde debían
buscar no estaba lejos. Una cueva por todos conocida a la orilla del mar
haciendo de puerta de unos altos acantilados, pero que nadie se había atrevido
a entrar. Sólo un pequeño detalle a tener en cuenta, con la pleamar la entrada
se escondía bajo las aguas, por lo que Alí con el corazón en un puño por la
emoción de la inminente aventura se apresuró a decir que no más había que
esperar a la noche y dejar que la luna les guiase y abriera la puerta haciendo
retirar el agua bajo su influjo creando la bajamar. En un abrir y cerrar de
ojos los tres adolescentes estaban apunto de desvelar el misterio del cuento de
Adriana.
Alí el chico rey caminaba el primero iluminando con sus ojos
resplandecientes el pasadizo, Adriana y Zoe detrás escudriñando las paredes por
si palpaban algo que se pudiera parecer a quién sabe qué. De pronto un susurro
parecía salir de una vieja y carcomida caja de madera. Los tres amigos
mirándose decidieron abrir la caja, pero antes hicieron un juramento: “Si dentro
están las babuchas y con ellas podemos volar, que nuestros espíritus se unan
para siempre y la buena voluntad nos guíe por un buen camino cargado de amor e
ilusión”. Juntos de la mano abrieron la caja y…………
J.N.C.
(Ilustración: A.N.R.)
(Ilustración: A.N.R.)
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