Esta es la historia de un hombre marcado por su
pasado y de su fiel compañero, un viejo caballo, ambos retirados del mundo de
la tauromaquia.
Vivían en una cabaña bosque adentro alejados de lo
que años atrás fuera su forma de vida. Gentío, sol y sombra, aplausos unas
veces y otras silbidos. Invadidos por la nostalgia no se daban cuenta que el
tiempo es cruel y no avisa de su fugaz estancia. Día tras día, hora tras hora,
hombre y jumento revivían aquellas tardes de gloria, cuando el toro embestía
con extrema bravura y se empotraba literalmente con la panza de Cirilo, nombre
que le puso cariñosamente su “dueño”, ahora su amigo.
Cierto día después de un buen almuerzo a base de la
mejor avena y de unos litros de un sabroso zumo de cebada, tuvieron un
pensamiento a la par que les cambiaría por completo su monótona y frágil
existencia.

J.N.C.
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