Como
de costumbre, un día cualquiera, de una semana cualquiera y de cualquier mes,
me dispuse como siempre a dar un paseo en bicicleta por los campos de mi
pueblecito donde vivía un pájaro negro y solo, que nunca volaba y que se
llamaba Cirilo. Todos los del pueblo en cuanto lo veían se reían de él y no le
hablaban. Como Cirilo se ponía muy
triste, fui hacia él con mi bicicleta y le dije:
-
Oye Cirilo, no temas, yo no me voy a reír de ti, solo quiero que me acompañes a
pasear con mi bicicleta. ¿Aceptas?
Y
después de dudar un rato Cirilo aceptó acompañarme.
Yo
con mi superbici y Cirilo montado encima del manillar, asombrado de cómo veía
pasar tan rápido los árboles sin poder volar; él se reía y decía: “Estoy
contento de ir en tu bici, me siento como un pájaro”.
–Y
yo le dije: pero Cirilo ¡si ya lo eres! Solo
tienes que extender tus alas y volarás. Podrás ir junto a mí y posarte encima
de mi cabeza.
Pues
ni corto ni perezoso lanzó un vuelo que en segundos lo perdí de vista. Y al
momento empecé a oír a Cirilo cantar: “Estoy muy contento, muy contento de
volar”. Y en un abrir y cerrar de ojos se posó encima de mi cabeza.
Y
así fueron pasando los días y los meses, y Cirilo cada vez era más feliz. Ya
que él lo único que quería era salir
conmigo en la bici, sin importarle lo que decían los demás, y volar…
T.N.C.
(Ilustraciones de N.L.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario