sábado, 31 de mayo de 2014

LAS BABUCHAS MÍSTICAS

Verano del año 2024, tres adolescentes se reencuentran después de diez años. Adriana, la más guapa, lista y madridista de su promoción, Zoe, desenfadada y bella anunciando que llegaría a ser una estrella, y Alí, el chico rey, el de la tez arabesca y mirada radiante capaz de ablandar los más duros corazones. En esos momentos de gran emoción por su gran encuentro, no podían imaginar la aventura que el universo les estaba preparando.
Refresco en mano, Adriana les hizo partícipes de una historia, un cuento que de niña sus tíos le contaron y que ella lo consideraba real: la existencia de unas babuchas especiales, tanto que como quien las calzara podría volar. Una vez de acuerdo, se pusieron en marcha, pues el lugar donde debían buscar no estaba lejos. Una cueva por todos conocida a la orilla del mar haciendo de puerta de unos altos acantilados, pero que nadie se había atrevido a entrar. Sólo un pequeño detalle a tener en cuenta, con la pleamar la entrada se escondía bajo las aguas, por lo que Alí con el corazón en un puño por la emoción de la inminente aventura se apresuró a decir que no más había que esperar a la noche y dejar que la luna les guiase y abriera la puerta haciendo retirar el agua bajo su influjo creando la bajamar. En un abrir y cerrar de ojos los tres adolescentes estaban apunto de desvelar el misterio del cuento de Adriana.
Alí el chico rey caminaba el primero iluminando con sus ojos resplandecientes el pasadizo, Adriana y Zoe detrás escudriñando las paredes por si palpaban algo que se pudiera parecer a quién sabe qué. De pronto un susurro parecía salir de una vieja y carcomida caja de madera. Los tres amigos mirándose decidieron abrir la caja, pero antes hicieron un juramento: “Si dentro están las babuchas y con ellas podemos volar, que nuestros espíritus se unan para siempre y la buena voluntad nos guíe por un buen camino cargado de amor e ilusión”. Juntos de la mano abrieron la caja y…………
J.N.C.
(Ilustración: A.N.R.)

jueves, 29 de mayo de 2014

"EL GRAN ALÍ BABUCHAS". SERIE: LAS BABUCHAS MISTERIOSAS


Era un día de primavera, olía a sándalo, canela y cardamomo. Alí, apodado “El Cuervo” se dirigía al puerto, ese día ganaría unas monedas, había atracado un barco llamado “El Temido” con la bodega llena de mercancía. Estaba Alí a punto de sacar el último barril, cuando se le escurrió entre las manos y fue rodando hasta estrellarse contra la popa del barco. La sorpresa fue mayúscula cuando vio que entre los añicos de madera asomaba una babucha negra con unos bonitos bordados en oro, rebuscó entre los granos de trigo que los barriles transportaban y ahí estaba la otra. ¿Cómo habían ido a parar allí? ¿Quién era su dueño? ¿Dónde estaba? Alí recogió las babuchas y las escondió bajo su chilaba. Eran muy elegantes, ¿pertenecerían a un príncipe? Decidió guardarlas una temporada. Pasaron los días y empezaron los rumores por las calles de la ciudad. Un gran mago se acercaba tras la pista de un pirata que había saqueado su castillo del mar y se decía que buscaba unas babuchas mágicas. ¡Las babuchas misteriosas!- pensó “El Cuervo”. El mago se llamaba Jarase y prometía sus enseñanzas a cambio del botín robado. Alí desconfiaba del mago pero al fin se armó de valor, fue a verlo y le devolvió sus babuchas. Jarase respetando su promesa adoptó al bueno de Alí como aprendiz, que llegó a ser un gran mago cambiando su apodo por el del gran: Alí Babuchas. 
A.N.C. 
(Ilustración: A.N.C.)

miércoles, 28 de mayo de 2014

LA TABERNA DEL COCODRILO

Caía de nuevo la noche, todas las farolas iluminaban con su luz tenue las calles de aquel barrio perdido en Nueva York, la selva del día se convertía en todo un remanso de paz y Cirilo cargaba su saxofón entre la espesa oscuridad desde su refugio hasta la Taberna del Cocodrilo. Y es que Cirilo era un pequeño caimán triste hasta que descubrió la música. Todos los privilegiados que conocían la Taberna del Cocodrilo acudían cada noche sólo para escuchar su saxofón. Un buen día, Adriana escuchó hablar de la maravillosa música de Cirilo, no podía resistirse, sabía que tenía que escucharlo ella misma y recorrió medio mundo en su busca. Caminó por casi todos los países del mundo y las aventuras que por el camino vivió están escritas en miles de historias que pocos conocen. Lo que todo el mundo sabe es que desde entonces el piano de Adriana acompaña al saxo de Cirilo cada noche en la Taberna del Cocodrilo iluminando ese oscuro barrio con su jazz. 
C.N.T.

miércoles, 14 de mayo de 2014

CIRILO Y SU AMIGO EL CICLISTA

Como de costumbre, un día cualquiera, de una semana cualquiera y de cualquier mes, me dispuse como siempre a dar un paseo en bicicleta por los campos de mi pueblecito donde vivía un pájaro negro y solo, que nunca volaba y que se llamaba Cirilo. Todos los del pueblo en cuanto lo veían se reían de él y no le hablaban. Como  Cirilo se ponía muy triste, fui hacia él con mi bicicleta y le dije:
- Oye Cirilo, no temas, yo no me voy a reír de ti, solo quiero que me acompañes a pasear con mi bicicleta. ¿Aceptas?
Y después de dudar un rato Cirilo aceptó acompañarme.
Yo con mi superbici y Cirilo montado encima del manillar, asombrado de cómo veía pasar tan rápido los árboles sin poder volar; él se reía y decía: “Estoy contento de ir en tu bici, me siento como un pájaro”.
–Y  yo le dije: pero Cirilo ¡si ya lo eres! Solo tienes que extender tus alas y volarás. Podrás ir junto a mí y posarte encima de mi cabeza.
Pues ni corto ni perezoso lanzó un vuelo que en segundos lo perdí de vista. Y al momento empecé a oír a Cirilo cantar: “Estoy muy contento, muy contento de volar”. Y en un abrir y cerrar de ojos se posó encima de mi cabeza.


Y así fueron pasando los días y los meses, y Cirilo cada vez era más feliz. Ya que él  lo único que quería era salir conmigo en la bici, sin importarle lo que decían los demás, y volar…
T.N.C.
(Ilustraciones de N.L.)

miércoles, 7 de mayo de 2014

CIRILO EN MADAGASCAR

Paseaba una niña llamada Adriana por la isla de Madagascar, cuando sus pies toparon con un diminuto camaleón.
       -¿Cómo te llamas?-. preguntó Adriana.       -Cirilo, contestó el pequeño león de tierra.- He salido de mi casa en busca de aventuras pero cae la noche y no tengo refugio.       -Puedes guarecerte en mi casa.- se ofreció la niña.-no es muy lujosa pero al menos no te mojarás, parece que va a llover…       -¡Muchas gracias!, me adapto muy bien a los ambientes, no solo cambiando mi color, también aprendo rápido y me gusta leer, la música y viajar. ¿Qué te parece si mañana salimos juntos de excursión y visitamos a mi familia?       -¡Bien! -. Respondió alegremente Adriana.Y así fue, a la mañana siguiente se pusieron mochila al hombro y caminaron juntos atravesando los frondosos y húmedos bosques de Madagascar. Después se embarcaron y navegaron por los 7 mares hasta que llegaron a su destino: El Algarve portugués.
La familia de Cirilo les recibió con una gran fiesta,  música y una tarta.
Adriana agradeció a su pequeño-gran amigo por haber sido su compañero en este arriesgado viaje, y se despidieron hasta la próxima aventura... FIN.
A.N.C.

CABALLO DE CARRERA

Esta es la historia de un hombre marcado por su pasado y de su fiel compañero, un viejo caballo, ambos retirados del mundo de la tauromaquia.
Vivían en una cabaña bosque adentro alejados de lo que años atrás fuera su forma de vida. Gentío, sol y sombra, aplausos unas veces y otras silbidos. Invadidos por la nostalgia no se daban cuenta que el tiempo es cruel y no avisa de su fugaz estancia. Día tras día, hora tras hora, hombre y jumento revivían aquellas tardes de gloria, cuando el toro embestía con extrema bravura y se empotraba literalmente con la panza de Cirilo, nombre que le puso cariñosamente su “dueño”, ahora su amigo.
Cierto día después de un buen almuerzo a base de la mejor avena y de unos litros de un sabroso zumo de cebada, tuvieron un pensamiento a la par que les cambiaría por completo su monótona y frágil existencia.
¿Qué estamos haciendo? ¿Quiénes somos? Si ya no salimos a las plazas, ¿por qué seguimos todavía en ellas? Pensativos y con cara de circunstancia los dos amigos se miraban y no podían dar crédito, en plena jubilación y sin moverse del sitio, seguían trabajando y arriesgando la vida a diario sin percatarse del manantial de agua cristalina que fluía cantarín a tan sólo unos metros,  ni de las magníficas puestas de sol que daban paso a la vida nocturna. Porque de noche también se vive. ¡Yiiiiijaaaaa! Agárrate el saco de avena y el tonel de zumo de cebada que la noche es joven y sólo se vive una vez.


J.N.C.

LA IGUANA CIRILO

Dicen que Cirilo era una iguana verde
y que lo agarraron por la cola,
allá por Minatitlán. 
Dicen que Cirilo muerde, 
pero yo digo que no; 
porque yo lo agarré por la cola, 
y hasta la lengua sacó. 
Cirilo mío, ¿para dónde vas?
Voy para el puerto 
de Soledad, 
será mentir, 
será verdad, 
lo que anda diciendo 
la gente allá, 
que en ese pueblo 
no hay novedad, 
y si la hubiere, poco será.
Sigue el camino Cirilo y
se encuentra con un lagarto,
y el lagarto dice:¡Que iguana tan fea,
que se sube al palo y se zarandea.
Mueve el espinazo, cómo espinacea;
mueve la cabeza, cómo cabecea;
mueve los hombritos, como que le hombrea;
mueve su pechito, como que pechea;
mueve la cinturita, cómo cinturea;
mueve la cadera, cómo caderea;
mueve su ombliguito, como que ombliguea;
mueve la colita, cómo la menea, a la gea, gea!
Y la iguana le dice al lagarto,
¡Yo no soy iguana; yo soy iguano!
y por eso soy Cirilo “el guapo”
que con muchos amigos me encuentro y ando de fiesta
y no como tú, que amigo que encuentras de bocadillo te sirve.

(Las sabanas veracruzanas son tierras húmedas, las aguas las verdean. Y verde, de tanto verde, está la iguana. Parece dinosaurio chaparrito y feroz, pero en realidad es bonachona e inofensiva. Come pura verdura y ni siquiera te muerde).



(Adaptación del cuento de la iguana de Veracruz por J.A.N.C.)

EL GRAN CRÍTICO

En cuanto se asomó y vio lo que allí se cocía, Cirilo lo tuvo claro. Recogió  sus utensilios y le dijo al jefe de cocina que aquel plato carecía de sabores africanos. Cómo disfrutaba del trabajo probando sabores de mil recetas preparadas por los grandes cocineros del mundo. Qué maravilla aquellas algas azules con sabor a limón, qué recuerdos en Escocia aquellas coles en salsa de whisky evaporado. Nadie podía imaginar su plato preferido: tal vez hormigas dulces congeladas o crisálidas crujientes con toque de cilantro amargo. Qué difícil satisfacer al gran genio de la cocina moderna. Ahí estaba, saboreando lo mejor de la gastronomía africana, a ver si surgía algo digno de ser recordado. Y es que Cirilo era un ornitorrinco muy sensible. Su paladar de pico de pato percibía cualquier ingrediente. Hasta en el agua podía identificar sabores mejor que los peces sabueso. Pero no era perfecto. Su punto débil eran los discos de vinilo. Eso le perdía. Y no digamos si sonaba un fado portugués. Quedaba extasiado, inmóvil, emocionado. Tarareaba con desgarro y abandonaba sus observaciones culinarias, inmóvil, levitando, sintiendo la guitarra. Se despistó. Dijo que en el plato no había ingredientes africanos. Ahí empezó su declive.

L.C.N.